Fabulas de León Sigüenza
Narrador y político salvadoreño, nacido en Cojutepeque (en
el departamento de Cuscatlán) el 31 de octubre de 1895, y fallecido en San
Salvador el 27 de mayo de 1942. Por la agudeza, sencillez y eficacia de sus
célebres narraciones en verso, escritas con la intención de censurar los peores
comportamientos del ser humano, está considerado como el primer fabulista de la
literatura salvadoreña.
Nacido
en el seno de una familia acomodada -muy influyente en el devenir político,
social y cultural de su nación, León Sigüenza tuvo acceso desde muy temprana
edad a una esmerada formación académica, desarrollada primero en los colegios
de su ciudad natal, y posteriormente en las mejores instituciones de enseñanza
de la capital de El Salvador. Tras haber completado sus estudios, dio inicio a
una brillante trayectoria política que muy pronto le condujo a asir los cetros
de regidor y alcalde temporal de su Cojutepeque natal, de donde pasó a
desempeñar el cargo de secretario del consulado salvadoreño en Nueva York
(1919-1923).
Durante sus largas estancias en el extranjero, León Sigüenza
dio rienda suelta a su pasión por la creación literaria, que supo canalizar en
un género hasta entonces nunca cultivado por los escritores de su patria: la
fábula satírico-moral. Muchos de sus escritos, redactados tanto en prosa como
en verso, fueron apareciendo en diferentes medios de comunicación de todo el
mundo, unidas a las numerosas crónicas que enviaba a su país en calidad de
corresponsal de los diarios y revistas salvadoreños. En estas fábulas, el
escritor de Cojutepeque vertía su afilada mordacidad contra la vanidad,
prepotencia y corrupción de políticos y altos funcionarios, para extraer al
final una moraleja que acababa censurando, en general, los vicios y
depravaciones generalizados en cualquier espécimen del género humano.
Instalado de nuevo en El Salvador, ya liberado
de misiones diplomáticas, León Sigüenza concibió el proyecto de reunir en un
mismo volumen todos estos escritos satírico-morales; sin embargo, su repentino
fallecimiento, acaecido en la capital salvadoreña cuando el autor aún no había
cumplido los cincuenta años de edad, le impidió ver impresa esta recopilación.
Por fortuna para la historia de las Letras hispanoamericanas, los familiares de
León Sigüenza, conocedores de la ilusión que el recién fallecido escritor había
depositado en este proyecto editorial, acabaron de reunir sus textos y los
dieron a la imprenta antes de que concluyera el mismo año de su muerte. Así,
recopilados bajo el título genérico de Fábulas, estos escritos de León Sigüenza
vieron la luz póstumamente para regocijo de críticos y lectores, en medio de
una aceptación tan extendida que hizo necesaria su reedición en múltiples
ocasiones (1955, 1977, 1996 y 1998).
Leyendo
su Libro de Fabulas “Fabulas de León Sigüenza” me intereso una fábula en
particular esta se llama “El Coco y La Sandia”.
Yo soy muy apreciada
por el hombre
y tengo un alto y singular renombre
que no es ahora para que lo
nombre.
Dijo con voz
envanecida y clara
una Sandia impertinente para
que su vecino, el Coco, la
escuchara.
-Al hombre (saltó el
Coco) lo sustento
pues le doy agua, cuando está sediento,
y cuando tiene
hambre, lo alimento.
Pero tú que eres bofa
y que a tu amigo
sólo le das agua de tu ombligo
¿podrás decir lo mismo que yo
digo?
Humillada quedóse la
Sandia
porque bien se conoce y comprendida
que a los Cocos jamás igualaría.
Pero se consoló bonitamente
viendo cómo se
aprecia entre la gente
cualquier libro de versos decadente.
La
moraleja es que hay personas que presumen mucho y por su apariencia engañan a
muchas personas y cuando se encuentran con una persona que sabe y que calcula
estas personas que presumen pierden pero se consuelan que aún tienen a las
personas que solo se dejan llevar por las apariencias.
El tigre y el Canario Fabula de León Sigüenza
El tigre y el Canario Fabula de León Sigüenza
No hay comentarios:
Publicar un comentario